20160317

ACOSTÚMBRESE…

- Y ¿Cómo se siente?

- Viejo.

- ¿Viejo? ¿A qué se refiere?

- Siento como si me hubieran caído diez años de golpe…

- ¿Padece agotamiento?

- Lo normal, supongo.

- ¿Mareos, malestares?

- Nada que no sea pasajero.

- ¿Siente alguna dolencia en el cuerpo?

- Siento una dolencia en el alma, doctor.

- Ah. Bueno, esa área no es de mi jurisdicción.

- Por supuesto que sí, doctor.

- ¿Qué? ¿Por qué lo cree?

- Y además, tengo un dolor de cabeza brutal…

- Podemos empezar por ahí…

- Doctor. Ayer cumplí veinte años.

- ¿Perdón?

- Ayer fue mi cumpleaños número veinte.

- ¿Cómo...?

- Tenía que festejar en grande…

- Su cédula indica que…

- Si doctor, sé lo que indica mi cédula…

- Y con su perdón, su apariencia física no es…

- Precisamente por eso vine con usted, doctor. Yo ayer acababa de cumplir veinte años y…

- ¿Ha pensado consultar a un psicólogo?

- No sé qué pasó.

- Mire, señor…

- Justo el día de ayer estaba en la fiesta con amigos de la Facultad. ¡Mi fiesta! Fue una fiesta ESPECTACULAR, épica, de esas que hacen historia, y no era algo que opinara solo yo. Usted es doctor, usted pasó por la universidad, debe saber como son esas fiestas.

- Si, sí, se de que…

- Pues bien. Era mi noche.

- Mire…

- Bailé, bebí, comí, cogí, fumé, me metí cuanto pude… Cuanto había disponible.

- Ok.

- Yo no pagué nada. No puse nada. No era mi casa. Pero no me importaba un carajo, era mi fiesta.

- ¿Qué consumió exactamente?

- Mis amigos hicieron lo mismo. Hasta donde recuerdo. Estaba ebrio, puestísimo, super caliente, como nunca en la vida lo había estado…

- Sí, supongo.

- Y todos estaban igual. ¡Todos se veían tan… extasiados!

- ¿Recuerda el aspecto de lo que consumió?

- No. Solo recuerdo que después de todo eso, cuando ya estaba amaneciendo, me perdí. Vino un black out total. Fue justo ahí donde empezó la debacle…

- ¿Y qué pasó después?

- Amanecí con una cruda tan espectacular como la fiesta.

- ¿Qué sintomatología presentó?

- Ya sabe, doctor. La boca seca, sudor frío, ansiedad en manos y mandíbula.

- ¿Algo más?

- Este dolor de cabeza que hasta el momento no he logrado quitarme.

- ¿Le sigue doliendo?

- Si. Mucho. Un dolor agudo y punzante que palpita en mi coronilla, y que a ratos se me olvida. Pero sigue ahí.

- ¿Ese dolor cuánto tiempo lleva?

- No sé... Eso es lo de menos, doctor, podría llevar toda la vida. Lo realmente importante es lo que descubrí después.

- ¿Ah, sí? ¿Qué descubrió?

- Amanecí completamente solo, en un departamento desconocido.

- ¿Está seguro que…?

- No estaba ya ninguno de mis amigos. Solo yo. En medio de una habitación caótica donde parecía también haber habido una fiesta desproporcionada… 

- ¿No era el mismo lugar donde fue su fiesta…?

- No me trate como un imbécil, doctor. El lugar era otro…

- Yo solo decía que…

- …estaba lleno de botellas de cerveza vacíos, colillas de cigarro, basura, jeringas, trastes sucios, condones, vómitos, restos de comida, manchas en la pared…

- ¿Y no había nadie?

- Absolutamente nadie. Solo yo.

- ¿Y qué hizo?

- Esperar, al principio. Luego intenté salir, pero la puerta estaba cerrada con llave. Luego encontré un celular e intenté llamar a mis amigos, pero por más que marcaba los números que estaban en mi memoria, no funcionaban, ninguno era correcto. No entendía que pasaba, ellos nunca me dejarían solo, a menos que algo les hubiera pasado. Y justo eso, algo les pasó: desaparecieron. Como seguramente yo estaba desaparecido. Mientras buscaba la llave de la puerta en medio de todo ese caos, sonó el celular. Contesté…

- ¿Quién era?

- Una mujer…

- ¿La conocía?

- No. Pero lo que me dijo me hizo entender todo…

- ¿Qué le dijo?

- “¡Felices treeeeeeeinta!”

- ¿Treinta años?

- “¡Felices treeeeeeeinta!”, con una voz ridículamente dulce . Una voz tan aguda y punzante como el dolor de cabeza que aun siento….

- Pero…

- Colgué. Lo entendí todo. Estaba en mi departamento. Esa había sido mi fiesta. Todas esas cosas alrededor eran mías. Ese lugar sucio y decadente en el que me encontraba, era mi propio espacio. Y los treinta años, en efecto, los había cumplido yo…

- Bueno, si, pero hay algo que debería…

- Fui al baño, que estaba asquerosamente sucio y me miré al espejo. ¡Qué horror! Era yo…

- ¿Viejo?

- Viejo. Bueno, no viejo. No era yo.

- ¿Vio a otra persona?

- No. Si era yo, pero… Era otro. Era alguien con menos pelo, un poco más gordo y con leves arrugas marcadas en la frente. No me veía tan viejo, pero definitivamente no tenía los veinte años que había cumplido ayer. Y mi mirada también era distinta…

- Ajá. Tenía nubes en los ojos.

- ¡Estoy hablando en serio! ¡Ese que estaba frente a mí, no era yo! Era otra versión de mí…

- Más vieja…

- Sí.

- ¿Qué hizo entonces?

- No busqué más las llaves. Salí por la ventana del baño como pude y vine inmediatamente para acá...

- Ajá. Y vino aquí para…

- Doctor, acabo de perder diez años de mi vida. Y no sé donde están, no se qué pasó con ellos, no recuerdo nada. Vine aquí buscando respuestas… Quiero recuperar mi juventud, o al menos saber qué pasó, qué me pasó, ¿por qué envejecí de golpe? ¿qué hice todo este tiempo? ¿qué pudo haber pasado? Ayer celebraba mis veinte años, y hoy... Hoy tengo treinta ¿cómo pudo ser? ¿Me puede dar usted alguna respuesta, doctor?

- ¡Acostúmbrese!

- ¿Qué?

- Acostúmbrese.

- ¿A qué?

- Mire… Esto podría ser un extraño cuadro neurodegenerativo, o una broma muy bien montada…

- Doctor…

- En todo caso no es un área de mi especialidad, y tendría que recomendarle a un neurólogo…

- No me está entendiendo, doctor…

- …o a un psiquiatra.

- Doctor, no quiero que me recomiende a otro médico; solo quiero que me recomiende qué hacer.

- Ya lo hice. ¡Acostúmbrese!

- ¿A qué se refiere?

- Mire su cédula.

- ¿Para qué…?

- ¡Mire su maldita cédula!

- ¿Qué?

- Mire y verá…

- …

- ¿Lo ve?

- ¡Puta madre!

- Si los datos son correctos…

- ¡No!

- …el día de mañana usted cumple cuarenta años. ¿O me equivoco?

- ¿Cuarenta?

- Cuarenta.

- ¡No puede ser!

- Y seguramente, pasado mañana cumplirá cincuenta...

- ¿En qué momento pasó esto?

- Y así, hasta que se le acaben los días.

- ¡Mierda!

- “¡Felices cuareeeeeeenta!”

- ¡Este maldito dolor de cabeza!

- Acostúmbrese a él…

- ¡No quiero!

- Acostúmbrese...

20131013

A UNA SOLA 'VOS'


(Romance en clase de verso nacido)

No es la tierra prometida
de cuando nadie promete,
a donde llevan tus pasos,
a donde lleva tu suerte.

Nadie quiso que llegaras
ni te pidió que te fueras.
Nadie entendió tus motivos,
sólo huye mientras puedas.

Te recibió indiferente
como a tantos que le buscan,
tú ya la amabas desde antes:
era respuesta inconclusa.

Conociste su calor,
conociste sus placeres,
sus vientos que buenos nombran,
sus aires azul celeste.

Te bañaste en su agua plata,
recorriste sus relieves,
montaste Pegaso férreo
y habitaste sur rebelde.

Nunca te gustó el fernet,
el mate no lo entendiste,
busca la mano de Dios,
encuentra lo que perdiste.

No volvés más a esos aires,
prometiste aquella noche,
pero en tus entrañas sabes:
las promesas siempre rompes.

Sos la piba más copada,
a quien dedico mis versos
la que a deshoras extraño,
no me esperes, ya regreso.

20120408

CADÁVER EN ESPERA

ave
trepidante
vibra gorjeo por bajo epitelio
mira hacia mi
ataca
posa
garras que destrozan piel
heridas en rojo vivo
pico letal
más
aliento al oído
muerde
escarba
busca más adentro
desangra
punza
encuentra
gotas de dolor
rojas
disueltas
transparencia líquida
oh
bebe
así
continúa
más
más adentro
tu esencia
mi color
rasguña hasta el hueso
toca
siente
vibra
está vivo aún
más rápido
mastica
devora
engulle
para
alto
un momento
observa
mira mis ojos
ve
ve adentro
ve hasta al fondo
sigue
no pares
llega al final
deseo patente
vísceras
huele a ti
pasado
restos de tu presencia
plumas
injertas
latentes
encarnadas
más
busca más
muerde más
acaba con todo
destroza
desgarra
descauza
revienta
destruye
mata
no importa
termina
hazlo
sin piedad
ya
¡YA!
fluye
emana
derrama
vacía
disolución
muerte
mójate de mi
empápate de ti
siente
sangre blanca
dolor que seca
terminó
descansa
reposa
observa mi cadáver
lo queda de mi
pedazos latiendo
últimos trozos
voltea
mira lejos
cielo
luz
futuro
aire
aves
ave
trepidante
huye
emigra
espera
antes escucha
quiero
quiero alas
quiero volar contigo

(In memoriam de ti)

...

Eres grande, me dijeron, cuando me paseaba entre pies de gigantes.
Eres fuerte, me dijeron, cuando levantaba plumas de entre los escombros.
Eres único, me dijeron, mientras esperaba me tatuaran el código de barras.
Eres inolvidable, me dijeron, mientras las olas borraban mi nombre en la arena.
Eres brillante, me dijeron, mientras buscaba mi estrella al mediodía.
Eres especial, me dijeron, cuando se perdía mi rostro entre la multitud.
Yo también, me dijiste, y no supe más de ti.

POEMARIO POP-OH, PARA VARIOS VOS(ES)

(El Gran Capitán, Bs As – Misiones, AR.2011)

1.
FORMAL Y DADES
A veces me pongo nostálgico.
A veces recuerdo.
A veces quisiera ahí quedarme.

Fuiste lo más formal
¿te diste cuenta?
de todos yo el más informal.
¿Ves? éramos gran ironía
de carne y vísceras
de golpes caricias
lágrimas risas
tragicomicia.

A ti te aburrió lo inestable
yo no aguanté el paso firme
y caímos fuerte y nos rompimos.
Hoy caminas lejos
yo sigo arrastrándome en el piso.

2.
SIN VOZ/S
Hoy amanecí sin voz
no puedo hablar
no puedo decirte ya nada
amanecí sin vos.

Afoniatría
cuerdas reventadas
ausencia de la boca
estoy mudo
con tanto qué decirte
quiero hablarte
gritar
y no puedo
no puedo, no estás
porque hoy amanecí sin voz
hoy amanecí sin vos
sin voz
sin vos.

3.
LA PIBA MÁS COPADA
Me inventé la necesidad de vos
ahora invento la necesidad de dejarte.

Yo, el exiliado.
Yo, el extranjero que habitó tus rincones.
Yo, él.

Extrañaré tus eternos atardeceres,
tu aire
tu sabor amargo
tus noches en vela.
Mirá vos
aun no te dejo y ya empiezo a extrañarte.

Parto sin dolor,
cesárea geográfica,
renazco de ti.

No vuelvo más,
aunque siempre rompo mis promesas.
CHAU.

20110304

Nuevos aires

Llegas. Te bajas del avión. Un nuevo panorama se presenta ante tus ojos de golpe, y no es el viento que huele distinto. Tomas tu equipaje. Atraviesas el umbral de la salida del aeropuerto y oficialmente empieza la aventura. Extraños fascinantes que miran a través de ti. Voces que por más que las entiendas, no dejan de parecerte ajenas, dignas de charla. No puedes evitar mirar por la ventana durante el primer trayecto a la que será tu morada. Paisajes de cotidianeidad que de primera impresión lucen extraordinarios (aunque en unos días te serán tan indiferentes como la gente que camina). Intentas pasar desapercibido pero el mundo voltea a verte, intuyendo lo foráneo de tus pasos. Sospechas que los aborígenes de esa selva de asfalto se ríen de ti cuando preguntas por una calle que de seguro ya estás pisando, pero no te importa, te ríes con ellos. Tu sonrisa se expande cuando alguien reconoce tu origen -¿Cómo sabe? El acento. Ah claro...- y te sientes ridículo de ser involuntariamente obvio.

Por otro lado, miras a tu alrededor y reconoces el lado oscuro del paraíso. Figuras sospechosas que no dejan de escudriñarte con las manos escondidas en los bolsillos y la intención de saltar sobre ti en cualquier momento. Avenidas monumentales cuyas reglas desconoces. Hombres en deplorable estado de salud, estirando su mano y mirándote con ojos acusatorios. Niños flacos engullidos por la metrópoli que sobreviven con desperdicios del sistema. Mujeres que por unos cuantos billetes te invitan a entrar a su acogedora caverna, despidiendo un suave olor a trampa mortal. Te sabes indefenso en un territorio desconocido. Reconoces que tu condición de alienígena te vuelve presa fácil de los terrícolas. Te das cuenta que los fantasmas de tu pasado se esconden tras cada muro, en cada callejón, dentro de cada bote de basura destruido. Miras en las cloacas el espejo de tu vida y te aterrorizas. Reprimes tus recuerdos, y miras de frente. Pero aunque te mentalizas para un nuevo comienzo, te descubres solo, caminando sobre la ratonera para alcanzar el queso, y eso, en vez de hacerte mirar hacia atrás, vuelve aún más excitante tu travesía.

Miedo y deseo. Sordidez y esplendor. El vértigo recorre tus venas, y lo dejas fluir, tal vez con la consciencia imperceptible de que no durará mucho esa sensación. La novedad pasará inevitablemente, pero por lo pronto disfrutas tu estado alterado de saberte en completo desconocimiento de tu espacio y de tu porvenir. Un pasado por pausar, y un futuro para devorar. El universo de posibilidades frente a ti. Por fin llegas a tu nuevo palacio, que luce tan alto e imponente como tus expectativas. Te instalas, o más bien arrojas tu equipaje sobre la cama. Después de ascender hasta la torre más alta, miras las luces, los espectaculares, los coches, la gente, los perros, los edificios, las casas. En fin. Respiras hondo un aire nuevo para tus pulmones y recorres con la vista la tierra que pronto has de conquistar.

20101231

- Hola señor.
- Hola niño.
- ¿Cómo está señor?
- Bien, niño.
- Esa es una respuesta muy común y que no dice nada, señor.
- Yo soy un hombre muy común que no dice nada, niño.
- ¿Y por qué no dice nada, señor?
- Porque nada tengo que decir, niño.
- Decir que nada tiene que decir, es decir algo señor.
- Decir algo que nada dice, es no decir nada niño.
- Diga algo, señor.
- Nada, niño.
***
- Hola señor.
- Hola niño.
- ¿Es cierto lo que dicen de usted, señor?
- ¿Qué dicen de mí, niño?
- Que usted es medio puto, señor.
- No hay mejor manera de describirlo, niño.
- ¿Entonces usted sí es puto, señor?
- A veces, niño.
- ¿Y las otras veces, señor?
- Las otras veces soy buga, niño.
- ¿Es usted buga o puto, señor?
- Ni puto, ni buga, sino todo lo contrario, niño.
- Qué patético es usted, señor.
- Lo sé, niño.
- ¿Por qué no elige entre ser buga o puto, señor?
- No elegir es un privilegio que sólo hombres tan patéticos como yo nos podemos dar, niño.
***
- Hola señor.
- Hola niño.
- Usted me gusta, señor.
- ¿Por qué te gusto, niño?
- Por señor, señor.
- ¿Y si no fuera señor, niño?
- ¿Qué sería usted entonces, señor?
- Sería niño, niño.
- Entonces usted ya no me gustaría, señor.
- Me lo imaginaba, niño
- ¿Yo le gusto a usted, señor?
- No, niño.
- ¿Por qué, señor?
- Por niño, niño.
- ¿Y si algún día me hago señor, cree que le gustaré entonces, señor?
- Tal vez, niño.
- Pero si yo llego a ser señor, usted ya estará muerto, señor.
- Entonces quizá me habré convertido en niño, niño.
***
- Hola señor.
- Hola niño.
- ¿Quiere que se la mame, señor?
- No mames, niño.
- ¿Quiere mamármela usted a mí, señor?
- No gracias, niño.
- No sea mamón, señor.
- Creo que el mamón eres tú, niño.
***
- Hola señor.
- Hola niño.
- ¿Qué hace, señor?
- Rezo, niño.
- ¿Por qué reza, señor?
- Para expiar mis culpas, niño.
- ¿Y usted cree que las culpas se expían rezando, señor?
- Así lo creo, niño.
- ¿Y para qué quiere expiar sus culpas, señor?
- Para llenarme de nuevas culpas, niño.
***
- Hola señor.
- Hola niño.
- ¿Qué hace con la boca abierta, señor?
- Espero la venida del Señor, niño.
- ¿Usted cree que el Señor se venga pronto, señor?
- Eso espero, niño.
- ¿Y si no se viene el Señor, señor?
- Seguiré con ésta masturbación espiritual, niño.
***
- Hola señor.
- Hola niño.
- ¿Por qué es usted tan pendejo, señor?
- Por pendejo, niño.
- ¿Usted es pendejo por pendejo, señor?
- Así es, niño.
- Eso lo hace ser pendejo al cuadrado, señor.
- En efecto, niño.
- ¿Y por qué es pendejo al cuadrado, señor?
- Por pendejo, niño.
- Eso eleva su pendejez al cubo, señor.
- Respuesta correcta, niño.
- Y si vuelvo a preguntarle, ¿su pendejez se elevará a la cuarta potencia, señor?
- Si seguimos la lógica, así será, niño.
- Y si sigo preguntando y preguntando, ¿su pendejez seguirá elevando su potencia?
- Mi pendejez está elevada a la “n” potencia, niño.
- Pero el exponente de su pendejez “p” tiene una constante de variabilidad ascendente de uno, directamente proporcional al número de veces que le pregunte. Es decir, es una función exponencial f(x)= p a la nx donde “x” va aumentando uno cada vez, con lo cual podríamos incluso graficarlo, señor.
- Se ve que has estudiado, niño.
- ¿Usted no ha estudiado, señor?
- No, niño.
- ¿Por qué no, señor?
- Por pendejo, niño.
***
- Hola señor.
- Hola niño.
- ¿Ora sí va a salir del clóset, señor?
- No, niño.
- ¿Por qué no, señor?
- Por que soy bien puto, niño.
- ¿No sale de clóset por puto, señor?
- Así es, niño.
- Pero si acaba de reconocerlo. Acaba de salir del clóset, señor.
- Y de putazo, niño.
***
- Hola señor.
- Hola niño.
- Chingue su madre, señor.
- Chinga la tuya, niño.
- Yo no puedo chingar a mi madre, soy un niño, señor.
- Yo no puedo chingar a la mía, está muerta, niño.
- Chinguemos entonces a la madre de alguien más, señor.
- ¡Ah, chingá! Aquí solo estamos tu y yo, niño.
- Chinguémonos entre nosotros entonces, señor.
- No me chingues, niño.
- Ándele. No la chingue, señor.
- ¿Quieres que nos vayamos a la chingada, niño?
- Es que somos unos chingones, señor.
- Cierto. Pues ya chingamos, niño.
***
- Hola señor.
- Hola niño.
- Consígame una puta, señor.
- ¿Para qué la quieres, niño?
- Para cogérmela, señor
- No puedes, niño.
- ¿Por qué no, señor?
- Por que eres un niño, niño.
- Cojásela usted entonces, señor.
- No puedo, niño
- ¿Por qué no, señor?
- Soy muy viejo, niño.
- Qué puta suerte, señor.
- Qué puta vida, niño.
***
- Hola señor.
- Hola niño.
- ¿Quién es usted, señor?
- Yo no soy nadie, niño.
- Pero lo estoy viendo, señor.
- No estás viendo a nadie, niño.
- Si puedo verlo entonces usted es alguien, señor.
- Que yo no soy nadie, niño.
- ¿Puede alguien ser nadie, señor?
- Yo soy alguien que no puede ser nadie, niño.